Alice, casada desde hace 20 años con un taxista, trabaja en un salón de belleza, tiene tres hijos, de los que el mayor hace el servicio militar, y una mamá que hace de sirvienta en casa. Ninguno de los hijos le hace mucho caso a la madre, y le faltan el respeto a la abuela. Su vida en el mundo femenino del trabajo contrasta con la fuerte densidad masculina de su casa. Ella es buena chica, pero la ocasión de traicionar le revela otras traiciones que no sospechaba.
Es el año 1988 y el Papa Juan Pablo II visitará Melo. Se calcula que 50.000 personas asistirán a verlo. Los pobladores más humildes creen que vendiéndole comida y bebida a esa multitud se harán casi ricos. Beto, un contrabandista en bicicleta, decide en cambio construir un excusado en el frente de su casa y alquilar el servicio, para lograrlo debe atravesar una serie de dificultades tragicómicas. Sólo unos 8.000 fieles concurren finalmente. Nadie vende nada y únicamente una anciana hace uso del reterete. El sueño de Beto se hace trizas pero a lo largo de la historia su hija ha llegado a comprenderlo mejor. Quizás incluso a quererlo.
Esas no son penas relata un día en la vida de cinco mujeres de 30 años que fueron amigas en el colegio y vuelven a reunirse después de 14 años de no verse. Marina, está en una época tensa de su vida porque su doble relación amorosa está a punto de quebrarse. Tamara, su hermana mayor, vive a mil su vida, juntando la vida nocturna, las drogas y los amantes casuales. Elena, pasa sus últimos días de embarazo junto con su hijo de 8 años y su poco usual hermano.
Diana, madre soltera de una niña de 14 años, vive su soledad con una tranquilidad que ni ella misma se cuestiona. Todas se reunirán en casa de Alejandra, la que fuera líder del grupo. La reunión empieza fría y tensa, pero poco a poco recuerdan cómo eran en aquellos años de amistad. El reencuentro hará que cada una se cuestione el rumbo que ha tomado su propia vida. Las situaciones cotidianas son el pretexto para adentrarnos en el intrincado universo femenino.
En una casa viven un hombre mayor, hermano de la madre muerta, una tortuga, la joven, el joven, y el padre desempleado que busca cómo salir adelante. El joven no asiste a clase, la joven tiene un novio que vende droga y quiere irse a vivir con él. El tío retomó el papel de la madre que era central, pero cada quien tiende a apartarse de él y a buscar su propio camino. La gente se codea pero habla poco, tan sólo tienen en común la falta de la madre y la tendrán que asumir.
Un cirujano se entera de que se va a morir pronto, y decide salir a descansar. Desea ir a la nieve, pero habitado por las últimas imágenes del hospital, finalmente sigue a una joven a la que confunde con una paciente más enferma que él, y viene a dar a orillas del océano en Uruguay. Historia de soledad, de vacío, en que los seres se codean sin comprenderse realmente, pero se adivinan bajo los camuflajes variados con los que cubren sus vidas, intentando hallar en ellos un encantamiento perdido.
Una joven busca trabajo de secretaria, desde hace un año, asume la carga de su madre. Largas filas de espera, entrevistas de empleo, pruebas con histéricos van conformando la rabia de la muchacha que se empecina en ir de anuncio en anuncio. Es la tortura a la que son sometidos los olvidados de la globalización triunfante. Ni ranchitos, ni miseria profunda, sólo la paciencia infinita de los pequeños, los modestos, que no piden gran cosa, nada más que un lugarcito donde vivir.