Félix y Elisa, de 16 años, se conocen jugando el Juego de la Ballena Azul, se enamoran y deciden enfrentar juntos el último reto de este juego: suicidarse.
Luisa tiene 40 años y Yuliana 17. Un evento fortuito involucra a Luisa en una situación sumamente comprometedora con la chica, de la cual no puede (o no quiere) salirse. Pareciera que cada una tiene algo que la otra necesita, y que podrían llegar a ser una especie de familia.
Elena es madre soltera y depende de los servicios sociales. Su hijo Tom, tiene dificultades de comportamiento y es estigmatizado en la escuela como “niño problema”. La ausencia del padre forma parte del complicado vínculo entre ellos. Tom será diagnosticado con “Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad” y atendido por esa dolencia. Sin embargo, un extraño accidente pondrá a su madre en guardia contra la medicación psiquiátrica. Su negativa a seguir dándole fármacos provocará que los servicios sociales amenacen con retirarle la custodia.
Durante el Carnaval, en la frontera Argentina con Bolivia, un joven bailarín se prepara para la competencia de danza más importante de su vida, cuando recibe la visita inesperada de su padre, un ladrón incontrolable quién pondrá en peligro su sueño.
Jimena viaja a Río Grande, isla de Tierra del Fuego, en el extremo sur de Argentina al encuentro de su medio hermano Mariano.
Casi sin dinero para el pasaje se las arregla para llegar con la única esperanza de que esa región fabril la reciba. El viento, el frío, y el complejo contexto de crisis económica son el marco donde Jimena desarrollará su empatía y pertenencia en relación a las personas que la rodean para por fin reconocerse.
Cristovam, nativo del interior de Brasil, trabaja en una fábrica lechera en una antigua colonia austríaca. Se siente solo, marginado por las diferencias culturales y étnicas. Un día, descubre una casa abandonada llena de objetos que le recuerdan sus orígenes. Lentamente, se va instalando en la casa. Curiosamente, más objetos vienen apareciendo sin explicación, como si el lugar estuviera “vivo".